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Danzamos la danza de los sepias,
nuestro baile es privado,
pero abierto a todo el mundo,
de realización e invitación
permanente;
pero en los bailes
de los hombres ordinarios
no bailamos:
justificamos las sillas
del mundo;
yo soy el bibliotecario,
la archivista del
rodete,
yo el bancario
gris
y el gris
oficinista,
yo el chico tímido
al final de la fila;
somos el murmullo
del mundo
somos el lienzo
de la Gran Pintura
de la Humanidad,
el bajista de perfil
bajo,
la concertista
de Oboe
de la Universidad,
somos la sombra
de las cosas,
somos el blanco del ojo,
el agua del jugo,
los micropilares invisibles del
Gran Edificio Humano;
abocados a una tarea
interminable
nos tomamos un respiro, sin embargo,
y respetuosamente,los saludamos.